Colegiada N. 8307 - Miembro del Colegio de Psicólogos de Cataluña desde 1995

En numerosas ocasiones nos vemos en la circunstancia de establecer un diálogo con uno mismo. Incluso puede pasarnos que ese diálogo se externalice involuntariamente y nos sorprendamos hablando en voz alta con nosotros mismos. Es algo normal, toda persona lo hace, unas lo hacen más veces, otras menos. Pero lo importante es saber… ¡qué nos decimos!

Los mensajes que nos damos a nosotros mismos pueden ser muy variados y tener «cargas» que nos ayuden o que nos compliquen las cosas aún más. Tenemos que revisar con cuidado nuestros «relatos» para evitar que nos hagan daño.

«Mi vida es una mierda» «Soy un desastre» son dos ejemplos de lo que podríamos  llamar «relatos negativos». Seguramente nuestra vida, aunque tenga complicaciones, también tenga algunos aspectos positivos y nuestra personalidad, aún cuando sepamos que podemos mejorarla, también tenga elementos que nos ayuden (virtudes, aptitudes, capacidades, etc.).

«Venga va, en peores situaciones me he encontrado» «Yo puedo con esto» son ejemplos de relatos más positivos que nos ayudarán bastante más.

Aprender a ver los aspectos positivos de cada situación requiere entrenamiento, sin duda, pero cuanto antes empecemos, antes desarrollaremos esa capacidad. Aplicarla a nosotros mismos es fundamental, produce climas psicológicos más positivos, desbloquea el pensamiento, genera ideas, abre posibilidades, refuerza la fe que, a su vez, refuerza nuestras acciones.

Para poder avanzar en todo esto es muy importante el tema de la «intencionalidad de nuestros pensamientos», la intencionalidad de nuestros diálogos internos. ¿Para qué estoy dialogando conmigo mismo? ¿Para darme un baño de autocompasión? ¿O para encontrar las fuerzas que necesito para resolver mi situación de conflicto? Es evidente que lo uno es muy diferente de lo otro. Así que la «intencionalidad» aplicada al diálogo interno es muy recomendable.

Por supuesto, hay momentos en los que necesitamos hacer catarsis. Incluso va bien hacerlo para desbloquear emociones. Pero recuerda: siempre que hables contigo misma, pon intención en el «relato» y no olvides los aspectos positivos. Entrenar eso puede ayudarte mucho más de lo que imaginas. No solucionará tus problemas pero te ayudará muchísimo a encontrar las soluciones.  Y te aseguro que sufrirás bastante menos.