Colegiada N. 8307 - Miembro del Colegio de Psicólogos de Cataluña desde 1995

Solamente hay una persona con la que vamos a vivir desde que tenemos uso de razón hasta que morimos: nosotros/as mismos/as. Puede parecer una obviedad pero con frecuencia “olvidamos” esta realidad y las consecuencias pueden ser devastadoras.

La autoestima

Necesitamos la autoestima para tener una buena salud mental, para poder tener buenas relaciones interper­sonales y para estar en paz con una misma. Las tensiones de la vida cotidiana requieren que estemos en disposición de afrontar con confianza las respuestas que nos imponen. La falta de autoestima nos genera dudas, temores, inseguridades que hacen que nuestras repuestas a las situaciones no sean las óptimas.

Hay muchos factores que tienden a mermar nuestra autoestima. Algunas personas tienen tendencia a interpretar como “suerte” los aciertos y como “incapacidad” los desaciertos y los errores. Con el paso del tiempo, esa forma de interpretar va limando la autoestima y debilitando la capacidad de respuesta ante nuevas situaciones.

También es frecuente encontrar personas que tienden a valorar mucho mejor a otras personas que a sí mismas. Con esas valoraciones, la autoestima se resiente muchísimo ayudando a la creencia de que “no soy capaz” de hacer lo que otros sí pueden. Por supuesto, no me refiero a grandes cosas, grandes capacidades, sino a las pequeñas cosas cotidianas. Ya sabemos que no podemos pretender todos los talentos y dones, pero es muy importante tener la idea de que somos capaces de aquellas cosas que la mayoría sí puede.

El aislamiento y la soledad es fuente y al mismo tiempo consecuencia de la baja autoestima. Necesitamos amigas/os y personas cercanas que nos den un poco de reconocimiento. No hablo del halago vacuo ni de la adulación interesada, sino de esas pequeñas palabras de ánimo y reconocimiento que familiares y amistades nos suelen brindar. Sentirnos queridas/os nos ayuda muchísimo a querernos.

Las personas no somos perfectas ni falta que hace. Nuestras humanas imperfecciones nos dibujan, pero también nuestras fortalezas lo hacen. Somos lo que somos y luchamos con lo que tenemos. Quiérete. Valórate. Deja las comparaciones y asume lo que tienes para optimizar tus posibilidades. Te irá mucho mejor de esta manera.