Los seres humanos nos relacionamos con nuestro futuro de diferentes maneras. Elaboramos planes, manejamos esperanzas y temores, dibujamos aspiraciones, etc. De todos esos aspectos hoy quiero deteneme en lo que llamamos «proyecto vital».
El «proyecto vital» viene a ser un conjunto de pasos que estructuramos formando un todo. En el proyecto vital incluimos cosas muy distintas según cada persona, pero existe una especie de formato muy extendido que nos puede servir de ejemplo: terminar los estudios, encontrar un trabajo, encontrar una vivienda, formar una familia… La persona se imagina en diferentes momentos del futuro y elabora una imagen de cómo le gustaría que fueran esos momentos del futuro. Es una especie de construcción de una realidad deseada que se ha de dar por pasos.
El proyecto vital nos sirve de línea trazadora de nuestro recorrido. Nos permite ver la trayectoria deseada y analizar los momentos en función de esa especie de guía. Nos ordena y nos ayuda a evaluar si vamos por el camino elegido.
Pero ¿y si no tenemos un proyecto vital? ¿Qué pasa si nos quedamos atrapados en un paso del que no podemos avanzar?
Algunas personas transitan por la vida sin un proyecto vital. Simplemente van viviendo los días sin la percepción de avanzar hacia un objetivo definido. Como puede imagnarse, no se trata de una buena opción. Será fácil despistarse y encontrarse en situaciones confusas, desconcertantes. Por otra parte, en un momento social como el que vivimos, muchísimas personas se ven impedidas de elaborar un proyecto vital porque les resulta inalcanzable un elemento esencial en ese proyecto: por ejemplo la vivienda digna.
Tanto la falta de un proyecto vital como la dificultad extrema para conseguir alguno de los elementos básicos del proyecto generan en la persona dificultades psicológicas muy serias. La desorientación ya lo es, pero además, suele acompañarse de un elevado grado de estrés, mucha ansiedad y, como consecuencia, síntomas de depresión.
Les aconsejo que siempre tengan un proyecto vital. Da igual la edad, siempre hay un futuro que estructurar en nuestras imágenes del futuro. Y, si teniendo el proyecto le resulta casi imposible avanzar, lo mejor es hacer un proyecto alternativo, adaptado a las circunstancias pero que nos siva de guía. Todo menos caminar a ciegas o dejarse vencer por el desaliento.